miércoles, 6 de junio de 2012

La profesión en pocos casos se vuelve ocupación



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Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), para abril del presente año, revelan que la economía informal en Venezuela es de 41,3% o lo que es igual 5.073.958 personas
La fuerza de trabajo es un tema de gran importancia para todos los venezolanos, profesionales o no, ya que durante los últimos años la sociedad ha presentado cambios en la estructura del mercado laboral. Esta situación tiene un gran impacto en el sector económico, político y social del país, el cual está invadido de numerosas historias que merecen ser contadas.
Diariamente nos encontramos en la calle con taxistas Arquitectos de profesión, Odontólogos que dejaron a un lado el consultorio para dedicarse a la repostería, informáticos trabajando de motorizados y contadores que montaron un puestico de perros calientes o una franquicia de “Juan Chichero”.
Según el INE más del 50% de la población ejerce funciones dentro de la economía formal, sin embargo la tasa actual de desempleo en Venezuela se encuentra en 8.1%, y si sacamos cuenta, el porcentaje restante representa a esas personas que para no entrar en la ponderación del desempleo, han decidido resolver por su cuenta.
No solo gente sin educación universitaria trabaja en las calles, sino también muchos profesionales que han sido removidos de sus empleos o bien han decidido tener otras ocupaciones que les permitan tener mayores ingresos, pasando así al sector informal y otros, más específicos, han montado sus propios negocios.
Edwards Parada es Diseñador Gráfico y Técnico Superior en Informática, “estudié diseño porque es una carrera donde podía explotar mi potencial creativo de muchas maneras y darle forma y uso profesional, aparte es un medio que está sincronizado con mi otra pasión; la tecnología y las máquinas”, afirma.
Este Diseñador e Informático, actualmente, desempeña ambas carreras. En la mañana trabaja en una empresa coreana de telecomunicaciones, en la tarde se encarga de su propia empresa de productos publicitarios, además, estudia publicidad en la Universidad Alejandro de Humboldt y dice que se desenvuelve en ambas áreas para mantenerse actualizado y, lo más importante, obtener mayores ingresos y calidad de vida.
Por otro lado, aparte de las personas que se preparan para dos o más profesiones y las desempeñan a la vez para poder cubrir su gastos, se encuentran muchas otras que aún siendo profesionales no han logrado conseguir empleo en su área laboral, o lo que es peor, prefieren trabajar en cualquier otra cosa que les garantice mayores ganancias.
Este es el caso de Harold Cárdenas, de 28 años de edad, Licenciado en Ciencias Pedagógicas de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), quien nos contó que pese a que se graduó hace tres años, hoy día trabaja de Bartender en una discoteca de Las Mercedes y de Instructor de Artes Marciales.
“Estudié esa carrera porque en el examen para ingresar a la UCAB quedé para ésta, y la acepté. Después de un par de semestres pedí cambio para comunicación social y al ver que ambas me gustaban las estudié en paralelo, pero desde que me gradué jamás he ejercido, aparte como bartender gano el doble que mis colegas”, comenta Cárdenas.
A pesar de las excelentes calificaciones de Harold, nunca ha podido desenvolverse en su área. Al concluir su primera carrera trabajó en la Casa de Bolsa del Banco Provincial, la cual, al igual que el resto de las del país, fue cerrada por órdenes gubernamentales. Al salir de allí pasó a una oficina financiera en el área de ventas, pero al darse cuenta de que aún con todos los esfuerzos de sacar una profesión no había podido entrar a su área laboral, decidió retirar la carrera de comunicación social.

Al igual que Harold hay miles personas que han tenido que reestructurar sus vidas para solventar situaciones, porque el hecho de obtener un título universitario no garantiza la colocación en un puesto formal. Es por esto que muchos estudiantes se encuentran a la expectativa de saber cuál será la mejor manera de afrontar el mercado laboral.
El concepto de los expertos
En este país cada día aumentan los profesionales que por diversas razones como: “despidos por edad o reducción de personal, no encuentran cómo reinsertarse laboralmente debido a los avances tecnológicos o porque deciden montar su negocio propio, se encuentran desempeñando diversos cargos en el sector informal de la economía venezolana”, según el psicólogo Pedro Chacón.
A pesar de que a la mayoría de las personas la economía informal le suena a buhonerismo, la frase no cubre únicamente esta labor, sino por el contrario, abarca más de lo que podríamos imaginar. En el comercio informal entran aquellas personas que laboran en empresas con menos de cinco personas, servicio doméstico, trabajadores por cuenta propia no profesionales y  profesionales, choferes, ayudantes o auxiliares que no son remunerados y todos aquellos que no generen beneficios de ley.
Celsa Arteaga, economista del IESA, completa la definición: “son informales los trabajadores de una empresa que no paga impuestos o no demuestra actividad económica de permanencia, todos aquellos que no están dentro de una nómina de asalariados o los que se rebuscan diariamente para llevar el pan a su hogar, como dicen por ahí los toderos que pegan botones y cuidan muchachos a la vez ” y opina que “llevando el término a Venezuela, es un punto que causa gran preocupación, ya que es insólito que casi la mitad de la población se encuentre ubicada dentro de esta división”.
Pa´estar pelando prefiero trabajar en esto
Edyerdin Aponte, tiene 24 años y 2 muchachos, ella trabajó de peluquera en un puestico que tenía su mamá en los buhoneros de Plaza Venezuela, quiso independizarse y actualmente vende ropa deportiva al mayor y detal en El Mercado del Cementerio junto a su esposo, “aquí gano alrededor de 4 o 5mil bolívares semanales, cuando trabajaba con mi mamá la ganancia también era buena, pero no era algo propio”, menciona y hace referencia a que ella no estudió ninguna carrera universitaria, porque siente que gana más que cualquier profesional, aunque así no genere beneficios o cotice en el Seguro Social.

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Las gandolas también son una opción, Lilian González, Doctora en química egresada la Universidad Central de Venezuela, decidió hace diez años dejar de trabajar en laboratorios y de dar clases en universidades, con sus ahorros se compró una gandola y la puso a trabajar en la Siderúrgica del Orinoco.
“Trabajo desde mi casa, empecé con solo un vehículo de transporte, pero al año me pude comprar el chuto y ahora hacemos viajes a nivel nacional. Lo más difícil fue conseguir un chofer honrado que no me robara en cada viaje, pero después que conseguí a Ñoño (apodo del chofer) hemos trabajado tranquilos, yo hago los negocios vía telefónica y él hace el transporte”, apunta González, según lo relatado ella prefiere estar dentro de la economía informal, que en una universidad ganando como un obrero.
¿Qué piensan los estudiantes?
Según encuesta realizada por el autor, 4 de cada 10 estudiantes universitarios asisten a clases por obligación con sus padres, pero 8 coinciden en que al graduarse prefieren tener un negocio propio que trabajar en lo que se prepararon por más de 5 años, o en su defecto hacer ambas cosas a la vez utilizando el comercio informal como un complemento a sus actividades laborales.
Este es el caso Helen Zambrano, quien a pesar de solo estar cursando el cuarto semestre de publicidad, ya se desempeña en el área como coordinadora de planificación en una red publicitaria, pero considera que al graduarse seguirá trabajando en agencias de publicidad pero combinándolo con algún “negocito propio”.
Economía informal con final feliz
Todas las historias de los entrevistados anteriormente merecen ser narradas, la diversidad presentada de cuentos, experiencias y labores informales, son apenas una mínima parte de lo que se presenta en Venezuela actualmente.
Personas brillantes, preparadas, obreros capacitados o con un oficio de profesión son los protagonistas de la calle día tras día.
La idiosincrasia del caraqueño, es rápida y a la vez sabrosa, todos hemos tenido ansias de pararnos en uno de esos perreros de Chacaito, y degustar al menos un menú de los que ellos ofrecen. En cada carrito, en cada buhonero hay una historia, que enlaza diversos sentimientos que surgen con la realización de esta actividad, unos estudiados, otros no, sin embargo los une el mismo oficio informal.
Años de estudio y dedicación resaltan en el ejercicio de la profesión que los venezolanos ejercen con valor y orgullo, en muchos casos se dejan llevar por la pasión y vocación y se quedan en una oficina ganando muy poco, pero a muchos la insatisfacción personal es lo que los motiva a tomar las riendas de la independencia financiera y valorar nuevas oportunidades en la calle.






















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